sábado, agosto 18

Consume Hasta Morir

Ese ciudadano medio que trabaja diez horas al día, tarda una hora en ir a la oficina y otra en volver, come una ensalada insípida y una barrita energética, va al gimnasio por la noche y ve una media de tres horas diarias de televisión, ese personaje que agacha la cabeza a la hora de firmar su contrato y que nunca protesta por tener que hacer horas extraordinarias, ese hombre que nunca se uniría con otra gente para reclamar sus derechos es el mismo que provoca un altercado si su avión sale con retraso y que acude a una manifestación convocada por una línea aérea de bajo coste con la promesa de regalar billetes de avión a quien lleve pancartas contra Iberia. Ese ciudadano, que durante toda la semana está deseando que por fin llegue el viernes, se pasa el año pensando en las vacaciones. Eso sí, al igual que cuando llega el domingo siente una resaca tremenda y no recuerda nada de la noche anterior, en verano se tumba en una hamaca al lado de la piscina de un resort y no sabe si se encuentra en Bali, Cancún, Túnez, Varadero o Benicásim.
Y es que el capitalismo hace bastante tiempo que lo descubrió: el turismo de masas es un filón. Antes, viajar estaba reservado sólo a quien pudiera pagarlo, y lo más normal era que las familias cogieran el coche en verano y se fueran unos días a la playa con los niños. Hoy, con la extensión del modelo consumista a amplias capas de la sociedad, viajar ha pasado de ser un privilegio a convertirse en una obligación. Por eso, quien no se gasta una gran cantidad de dinero en las vacaciones es porque es un poco raro. No hay excusas: si no tienes dinero, paga a crédito; si no tienes tiempo de quedar con tus amigos para planificar el viaje, mejor emplea tu tiempo en ir al centro comercial y deja que una empresa lo haga por ti. Como Viajar.com, por ejemplo, que ya ha definido el tonting como el “síndrome que provoca la pérdida de tiempo y dinero al organizar un viaje”.
La transformación de la clase media en clase consumista permite que ésta pueda disfrutar de muchas cosas que antes se consideraban un lujo al alcance de muy pocos. Y, además, puestos a ello, no hay por qué ceñirse al mes de agosto ni poner especial cuidado en proteger nuestro entorno. Un fin de semana en Londres. Unos hoyos en algún campo de golf de la Costa del Sol. La semana santa, en todoterreno por el desierto de Marruecos. Una escapadita a una casa rural con jacuzzi. Un apartamento en Marina D’or. Un viaje de novios a la Rivera Maya. ¿Qué será lo próximo? ¿Ir a la Luna? Bueno, eso muy pronto también será posible: Ryanair ha anunciado la puesta en marcha de vuelos baratos a la Luna para el año que viene, y espera que para 2020 ese destino “sea tan atractivo para las vacaciones como Alicante o Málaga”.
La salvación del paraíso virgen En una sociedad que fabrica individuos permanente insatisfechos, en el imaginario colectivo se ha instalado la idea de que, a pesar de que nos estamos cargando el planeta, el trabajo es alienante, las amistades son superficiales y la vida está monetarizada, cuando llegan las vacaciones hay que trasladarse a una suerte de paraísos vírgenes donde se nos promete que todo va a ser diferente. Así, por ejemplo, Cuba aparece en los anuncios de Iberia, según denuncia Facua, como un lugar en el que “mulatas en bikini están las 24 horas al servicio de los turistas para bailarles, hacerles masajes, abanicarles y darles de comer y beber”. La publicidad, que ha conseguido que la gente no compre productos sino estilos de vida, hace que te creas que eres especial por llevar una camiseta de Tommy Hilfiger y que tu viaje va a ser algo único que nadie haya experimentado jamás. Pero la realidad es que todos los días ves a otra persona con la misma ropa que tú y que cuando te vas de safari fotográfico a Kenia los leones no te impresionan, porque ya los habías visto muchas veces en el National Geographic y no es para tanto.
Dos ideas aparentemente opuestas, el trabajo asalariado y las vacaciones, forman parte, como dos caras de la misma moneda, del mecanismo que hace girar la rueda del sistema de consumo. Por eso, no es de extrañar que, en lo que va de año, el crecimiento mundial del número de turistas haya aumentado un 5,8% respecto a 2006. Esto ya no hay quien lo pare. Nunca mejor dicho, porque, en una sociedad marcada por la velocidad, lo importante es llegar al destino, no detenerse en el viaje. Y, encima, a eso le llamamos descansar.


PERIÓDICO DIAGONAL.

jueves, agosto 16



Semana Mundial del Agua

Los agrocombustibles y la sed del mundo
Por Roberto Aguirre | La Redacción de APM
Expertos de 140 países advirtieron que el etanol y el biodiésel
representan una amenaza para las reservas de agua. Un nuevo indicador
que demuestra la inviabilidad de este proyecto.
Un grupo de especialistas advirtió este lunes que los agrocombustibles
representan una gran amenaza para las reservas acuíferas del mundo. En
el marco de la Semana Mundial del Agua, que se celebra en Estocolmo,
Suecia, con la participación de 2500 expertos en la materia,
representantes de 140 países expresaron su preocupación sobre la escasez
de este bien natural en medio del aumento de la producción de etanol y
biodiésel.

En este sentido, el Instituto Internacional de Agua de Estocolmo (SIWI
por sus siglas en inglés) presentó sus previsiones, a través de las
cuales asegura que la producción de agrocombustibles provocará, para
2050, que se duplique la demanda actual de agua para la agricultura.

Asimismo, se advirtió que la necesidad de grandes superficies de siembra
para el desarrollo de etanol y biodiésel se convertirá en un problema
para las generaciones venideras.

Los datos arrojados en la primera jornada de la Semana Mundial del Agua,
concuerdan con un informe realizado en 2006 por el Instituto de
Administración del Agua (IWMI) que, con apoyo de Naciones Unidas,
determinó que la producción de agrocombustibles podría agravar la
escasez de agua.

Este informe detalló que la demanda de agua para riego supone el 74% del
recurso usado por el hombre -frente al 18% de las centrales eléctricas y
otros usos industriales, y sólo el 8% del consumo doméstico-, y es
probable que se incremente para 2050.

Por su parte, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL),
advirtió que la producción de agrocombustibles, en el caso de Perú, no
tiene viabilidad ya que no existe disponibilidad de agua para el riego.
Esta conclusión puede ser extendida a otros países del subcontinente,
sobre todo en regiones con escasas precipitaciones.

El proyecto de los agrocombustibles en la región supone un gran coste
económico, social y ambiental.

Por una parte, el alza en los precios de los commodities está generando
una suba en los productos de primer orden que atenta contra los pobres,
cada vez más lejanos a alcanzar la canasta básica alimentaria ("El
precio del pan por las nubes" APM 13/08/07).

Uno de los principales argumentos para sostener este proyecto es la
diversificación de la matriz energética, según la cual se pretende
reducir la dependencia del petróleo. Sin embargo, gran parte de los
estudios realizados demuestran que la atadura a los combustibles fósiles
persiste. Por ejemplo, en el caso del etanol de maíz se necesitan 1,3
kilocalorías de petróleo para producir una kilocaloría de bioetanol.

De la misma forma, el modelo agrotécnico, matriz sobre la cual se
asienta la producción de agrocombustibles, reproduce la lógica del
latifundio, y atenta directamente contra la agricultura familiar
tradicional, fuente de ingreso y supervivencia de millones de personas
en América Latina. En Argentina, según datos del Centro de Investigación
y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar (Cipaf),
las pequeños asentamientos aún producen más del 50 por ciento del empleo
rural, aunque el número venga en declive ("Por el futuro de la
agricultura familiar" APM 13/08/07).

Finalmente existe un enorme costo ambiental, de la mano de la tala
indiscriminada para liberar tierra para la soja, el maíz y la caña, el
uso de agrotóxicos y el monocultivo. Esto, en contraposición con la
versión que afirma, erróneamente, que el etanol y el biodiésel no
contaminan.

En este sentido, el agroecólogo Miguel Altieri explicó a APM que "los
biocombustibles son una tragedia ecológica y social. Con su producción
se creará un problema muy grande de soberanía alimentaria, ya que hay
miles de hectáreas de soja, caña de azúcar y palma africana que se van a
expandir, lo que va a producir una deforestación masiva muy grande. Esto
ya está pasando en Colombia y en el Amazonas de Brasil. Además va a
aumentar la escala de producción de monocultivos mecanizados, con altas
dosis de fertilizantes y específicamente Atrazina, que es un herbicida
muy nocivo con irrupción endocrina. Digamos que los problemas de la
agricultura industrial se potenciarán de una forma tremenda" ("Los
biocombustibles son un modo de imperialismo biológico" APM 22/03/07).

A este oscuro panorama, ahora se suma el peligro del agua, de la cual
América Latina posee las mayores reservas del mundo. Expertos de todo el
orbe confirman que este bien natural podría escasear debido al
incremento de la producción agraria con fines energéticos. ¿Cuántas
advertencias más son necesarias para demostrar la inviabilidad del
proyecto de los agrocombustibles?
13|08|2007

Enviado por Amigos de la Tierra.

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